jueves, 19 de mayo de 2011

La Flecha que conquistó el Olmpismo

Desde 1928, cuando en los Juegos Olímpicos de Amsterdan se enciende por primera vez un pebetero olímpico, la forma de encender el fuego olímpico en las ceremonias de apertura fue básicamente el mismo, el último relevo se acerca al pebetero  y lo enciende. Pero esta tradición cambió cuando en los Juegos de Barcelona 1992, la creatividad mostró su máximo esplendor, al encender el pebetero de una forma tan original, que todavía hoy en día, expertos consideran ninguna otra edición ha podido superar.

Aquella mágica noche del 25 de julio de 1992 en la mística ciudad de Barcelona, España, dentro del espectacular Estadio Olímpico de Montjuic (Hoy Luis Companys), el arquero Antonio Rebollo, con flecha y arco en mano, ante la mirada atenta de miles de millones de espectadores de todas partes del planeta, lanza sin dudar la inolvidable flecha iluminada por aquella mecha de fuego, que parte hasta lo más alto del estadio y enciende no solo el pebetero, sino al mundo entero por aquella originalidad, sencillez y espectacularidad con la que se dio inicio a la extravaganza deportiva más importante del mundo.

Qué si la flecha entró o no entró al pebetero ha sido motivo de mucho debate en el ámbito deportivo, pero las mismas autoridades encargadas de organizar aquella edición de los juegos confirmaron que la flecha no entró al pebetero, porque el plan siempre fue que pasara justo sobre el pebetero del que saldría el gas que al hacer contacto con la mecha que llevaba la flecha se encendería inmediatamente y eso fue justo lo que pasó.

Lo cierto es que el mundo no olvida ni olvidará aquel mágico momento que quedó impregnado en la memoria de todos. Barcelona 1992, tan mística tan inolvidable.

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